SALTIMBANQUI

La psicomotricidad es un área de conocimiento que se ocupa del estudio y comprensión de los fenómenos relacionados con el movimiento corporal y su desarrollo.

Es una forma de abordar la educación que pretende desarrollar las capacidades del individuo (inteligencia, comunicación, afectividad, sociabilidad, aprendizaje, etc.), a partir del movimiento y la acción.

 

Los contenidos que se trabajan en la práctica psicomotriz son:

 

–       El esquema corporal: organización de las sensaciones relativas a su propio cuerpo en relación con los datos del mundo exterior.

 

–       El control tónico: la actividad muscular encargada de los movimientos voluntarios que, luego, se automatizarán se llama cinética o clónica, y la actividad muscular encargada de mantener la postura, a través de cierto grado de tensión o distensión muscular, se llama tónica o tono muscular.

 

–       El control postural: es la manera habitual de mantener la postura y el equilibrio.

 

–       El control respiratorio. La respiración: es el intercambio de gases entre el organismo y el medio externo a través de los pulmones.

–       La lateralización: es el proceso mediante el cual se va desplegando en los niños y en las niñas la predilección o dominio de un lado del cuerpo respecto al otro.

 

–       La estructuración espaciotemporal.

 

–       El control práxico. La praxia: es un sistema de movimientos que se encuentran coordinados y adaptados en función de una intervención especifica.

 

La psicomotricidad puede ser tanto dirigida como vivenciada.

 

LA PSICOMOTRICIDAD DIRIGIDA

 

La psicomotricidad dirigida es aquella en la que se prevé la intervención a partir de una programación, en la que se establecen unos objetivos a cumplir, a través de un orden y una preparación de las sesiones, decididas previamente.

 

Así, las sesiones de psicomotricidad son un instrumento o medio con principios didácticos para que niños y niñas adquieran habilidades y comprensión de conceptos.

 

Por ello, este método directivo también se puede llamar instrumental.

 

LA PSICOMOTRICIDAD VIVENCIADA

La psicomotricidad vivenciada favorece el movimiento y el juego libre de los niños para que descubran y desarrollen sus capacidades y se reconozcan en ellas, y para que encuentren recursos en sus dificultades.

Es para ellos un medio privilegiado de conocimiento de sí mismos, del entorno y de los demás, ya que genera aprendizajes que contribuyen a su desarrollo integral (motor, intelectual, afectivo y social).

En la sala de psicomotricidad los niños eligen qué quieren hacer, siempre respetando unas normas que se recuerdan entre todos al comienzo de cada sesión.

El psicomotricista no interviene si no es estrictamente necesario (para poner algún límite o hacer evolucionar alguna situación). Acompaña y observa activamente el juego de los niños.

A través de esta observación y de su formación teórica, práctica y personal puede determinar cómo es el desarrollo del niño y favorecerle en su proceso.

Se respeta ante todo el tiempo y el espacio que cada uno necesita.

Con esta no intervención se favorece la autonomía, la iniciativa, la creatividad, la responsabilidad, la toma de decisiones, la necesidad de normas y límites y, sobre todo, se favorece que surja el deseo, es decir, lo que el niño desea realmente hacer, lo que le interesa, le motiva y le mueve a actuar y a permanecer en lo que le gusta.

Por otra parte, en la sala los niños liberan muchas tensiones a través del juego sensorio-motor, que además favorece tanto el lenguaje como la escritura.

Con el juego simbólico, recrean situaciones de su vida cotidiana que en ocasiones son conflictivas para ellos.

Estos dos tipos de juego dan paso al juego cognitivo: de la vivencia inconsciente a la toma de conciencia de la realidad y a la representación mental de la misma.

Que los niños tengan la posibilidad de decidir y elegir siempre que sea posible, de llegar a alcanzar sus propios objetivos, les da mucha confianza y seguridad en sí mismos y en sus capacidades, porque son partícipes de su propio aprendizaje.

Objetivos:

• Favorecer el movimiento y la exploración
• Desarrollar el conocimiento de las posibilidades y limitaciones del   propio cuerpo
• Desarrollar los intereses propios de cada niño
• Fomentar la confianza y seguridad en sí mismo
• Favorecer las relaciones interpersonales
• Desarrollar la adquisición de la autonomía
• Desarrollar la adquisición de normas y de límites
• Favorecer el desarrollo de las capacidades del niño, de forma que también encuentre recursos que le ayuden en sus dificultades.

No está tan clara la división de la práctica psicomotriz según el directivismo o el no directivismo de educadores o educadoras, porque puede ser algo aparente que dependerá de su actitud.

Por poco directivo que sea, siempre existe un mínimo de directivismo a causa de:

• El contenido de las consignas que se den al inicio o durante cada sesión.
• La forma o manera de decirlas (tono de voz, lenguaje gestual y verbal utilizado, etc.
• La elección del espacio donde se realicen las sesiones y el material que se proponga para cada sesión.
• Su propia colocación en la sala durante las sesiones, su manera de interrelacionarse y actuar, individual o colectivamente, con los niños y niñas.
• Su propio grado de participación o implicación.
• El establecimiento de los límites temporales de cada sesión.

De la misma manera, el uso de un método directivo no significa que la actitud de los educadores y educadoras tenga que ser rígida o inflexible, porque debe ser, para niñas y niños pequeños, suaves, flexibles y adaptados al momento para aceptar y poder seguir el ritmo de cada uno.

Así la actitud de los educadores puede influir, en gran medida, en el grado con que se dirijan las sesiones psicomotrices.